1. Colocación
de la sonda: inicialmente se coloca una sonda fina, generalmente a través de la
nariz, hasta el estómago. Esta es la única maniobra y no es dolorosa, aunque
para algunas personas puede resultar molesta por producir estornudos, o
nauseas.
En algunos casos en los que la colocación de la
sonda puede ser difícil, pero no es una prueba que inflija dolor.
2. La
sonda se deja colocada en la porción inferior del esófago, y se conecta a un
registrador portátil, donde queda registrado el PH (el grado de acidez)
esofágico durante el tiempo que dura el estudio.
El
objetivo del estudio es cuantificar el ácido, saber que en momentos del día se
produce mayor reflujo ácido y correlacionar los síntomas con la existencia del
reflujo (es decir, saber si los síntomas se producen cuando hay un exceso de
ácido esofágico). Estos datos servirán para ajustar con precisión el
tratamiento quirúrgico.
Para
conseguir resultados fiables, el paciente debe de seguir algunas indicaciones,
como indicar cuándo come, cuándo se acuesta, cuándo tiene molestias o cuándo
toma medicamentos. La forma de indicar estos eventos depende del sistema
registrador, y se le indicara cuándo se coloque la sonda.
En
principio, es conveniente realizar una vida normal durante todo el tiempo que
dura la exploración para poder evaluar con la mayor precisión posible lo que
ocurre en la actividad diaria normal. No existe tampoco ninguna indicación o
restricción alimentaria, salvo no tomar excesivos alimentos grasos o cítricos.